Marquetería en el colegio
La gallina, el reloj, el coche antiguo, la paloma, o incluso, la Torre Eiffel… Quién no recuerda aquellas interminables clases de pretecnología, donde nos obligaban a construir figuras aberrantes a base de contrachapado de madera y cola, usando como herramientas la infernal segueta y el torniquete… Eran las clases de marquetería del colegio. Con sólo oír el nombre se me ponen los pelos de gallina.
Lo único que me gustaba de esas clases, eran dos cosas: Que podías cortar la mesa en dos y alegar que había sido un accidente fortuito, y ver a las chicas de la clase intentando usar una segueta. Ojo, que no estoy insinuando que las chicas fueran peores que los chicos en el arte de cortar chapón1, lo estoy afirmando rotundamente.
Materiales necesarios
Al comenzar el año, el maestro de pretecnología nos daba una lista interminable con los utensilios necesarios para su clase. Si dentro de esa lista había palabras como segueta, pelos, cola, papel de calco, lija, torniquete… Entonces estabas condenado a la maldición marqueteril de la E.G.B.
La Segueta: Se trata de un arco metálico dotado de un mango para agarrarlo y unos tornillos donde se fija el «pelo» (hoja de corte).
En las seguetas, como en todas las facetas de la sociedad, había clases. Estaba la segueta de los pobres, la más pequeña, y luego estaba la segueta de los adinerados. Era una segueta más grande, que te permitía reutilizar el «pelo» cuando se te partía. Cosa que podía suceder unas 240 veces al día.
Pelos: Los pelos hacían las veces de hoja de corte y venían en paquetes de millones de unidades debido a la facilidad con la que se partían.
Había pelos de diferentes medidas y tipos. Estaban los planos, de corte fino y delicado, y los espirales, de corte basto. Estos últimos eran mis preferidos porque cortaban la mesa como un láser, además de ser mas difíciles de partir.
Torniquete de marquetería: Servía para sujetar la madera a la mesa facilitando así su corte. Algunas utilidades alternativas del torniquete eran agujerear la mesa apretando hasta que atravesaba, cortarte la circulación de un dedo, apretártelo en la oreja a modo de pendiente…
En el torniquete también había clases. Estaba el torniquete cutre que se compraba en papelerías y el torniquete de precisión con mango de madera de alce canadiense en peligro de extinción.
Papel de calco: Se utilizaba para transferir el contorno de las piezas del diseño a la madera para su posterior corte.
Se colocaba entre la plantilla del diseño a construir y la madera. Se dibujaba el contorno de cada pieza de la plantilla con un lápiz y, gracias al papel de calco, el contorno dibujado se transfería a la madera. El procedimiento mágico por el que esto ocurría sigue siendo un misterio a día de hoy.
Madera para marquetería: La madera era de tipo contrachapado y se compraba normalmente en papelerías o tiendas de manualidades. Venía en planchas rectangulares de 40 x 60 cm que podían ser lanzadas como estrellas ninja.
Sólo las podías usar por una cara. Aunque parezca obvio, conozco a más de uno que calcaba las piezas en las dos caras porque en una sola no le cabían…
También estaba el típico gorrón que prefería gastar su dinero en tabaco, y andaba por la clase pidiendo retales de madera a los compañeros. Ahora son esos que piden en las paradas de autobús «sincuenta séntimos pa gasoil» porque se han quedado tirados con el coche.
Una vez que tenías todas las piezas cortadas y con los bordes lijados, sólo te quedaba rezar para que encajaran y unirlas con cola blanca. Había quién pintaba los trozos antes de pegarlos, otros que los pintaban después y otros que no los pintaban. Esa era la diferencia entre los perdedores sin futuro, los mediocres y los artesanos con un futuro lleno de alegrías y riquezas.
Ya sabéis, si sois unos perdedores sin remedio, deberíais haber pintado aquellos trozos de madera deforme aunque fuera con Plastidecor.
- Nombre de la madera fina que se usa en marquetería. No se si es su nombre correcto. [↩]