Los pollitos de colores
Los pollitos de colores (color pollets en inglés) eran unos seres en parte naturales, en parte artificiales creados por un vejete con el don de la omnipresencia, que podía ser visto en cualquier mercadillo del país allá por los 80. Fueras al mercadillo que fueras, ahí estaba el viejo con su caja de cartón llena de pollitos piando.
Existen dos teorías que pueden explicar el proceso de creación de estos seres:
1. Los pollitos surgían de la reproducción sexual entre un gallo de un color y una gallina de otro, usando las reglas de combinación de colores primarios. Por ejemplo, si un gallo azul se pisa1 a una gallina amarilla, sale un pollito verde. Y así sucesivamente.
2. Los pollitos surgían por la combinación del ADN de un pollito común con el de un bote de pintura fluorescente. Esta teoría todavía no ha sido demostrada científicamente, por lo que albergamos ciertas dudas sobre su veracidad.
El ciclo de vida de estos animalillos era aproximadamente de 3 días. El primer día lo comprabas. El segundo día lo llevabas al colegio, lo sacabas a la calle, se lo enseñabas a todo el mundo… El tercer día era el entierro del pollito.
Muchos eruditos han intentado explicar el motivo de tan corto ciclo de vida, pero ninguno lo ha sabido aclarar completamente. Algunos dicen que debido a la manipulación genética que sufren, su salud se resiente, como le pasó a la oveja Dolly. Otros mantienen la disparatada tesis de que usan pintura para colorearlos, que esto no les sienta muy bien y por eso fallecen.
Sea como sea, su corto ciclo de vida combinado con su bajo precio, fue lo que favoreció que casi todos los niños de los 80 tuviéramos nuestro propio pollito coloreado. Todos los padres sabían que no duraban mucho vivos, así que pocos eran los que se negaban a comprar uno. Total, por unas pocas pesetas2 se quitaban al niñato de encima un par de días.
El problema venía si al pollo le daba por revelarse contra la ciencia y superar sus expectativas de vida. Este, como no, fue mi caso.
Cuando me compraron mi pollo, yo ya sabía que no duraría mas que unos días, por que los niños son niños, no tontos. Fui al mercadillo con mi madre, que por aquí se hace los jueves, y después de mucho insistir conseguí mi espécimen. Era amarillo fluorescente, parecía radiactivo. Le puse de nombre Kirikí.
El viernes lo llevé al colegio y lo saqué a pasear por el barrio con una cuerda atada al cuello como si fuera un perro. El sábado cuando me levanté, lo primero que hice fue ir a mirar el pollo. Abrí la caja de zapatos con agujeritos donde lo tenia metido y ahí estaba. Seguía vivo. Pensé «Bueno, palmará mañana»… Y así un par de semanas. Kirikí creció tanto que ya podía abrir la caja y salir a cagarse fuera y eso no le gustaba mucho a mi madre que amenazaba con echarlo al caldo cuando creciera más.
Poco a poco, se le fue cayendo el color amarillo y le salieron plumas más grandes. Se hizo enorme y mi padre se lo tuvo que llevar a una granja. Al menos eso fue lo que me dijo. Las amenazas de mi madre no ayudaban mucho a que me lo tragara.
El caso es que a los pocos meses de la partida de Kirikí mi padre apareció con 3 huevos, supuestamente los primeros que había puesto nuestro pollo, que en realidad era una gallina. En fin, todo muy raro…
¿Vosotros tuvisteis algún pollito de estos? ¿Os duró mucho? ¿Acabó en el puchero?