Los gusanos de seda

Una semana eran las canicas, otra el Magia Borrás, otra el paracaidista de plástico… Pero de pronto, en medio de aquella vorágine de modas pasajeras, aparecía alguien con una caja de zapatos con la tapadera agujereada e instauraba una nueva y extraña tendencia: La cría del gusano de seda.
Todo comenzaba cuando algún amigo cabrón te daba una hoja de morera llena de bolitas quitinosas color gris oscuro. Esto normalmente ocurría poco antes de la primavera. Tu pensabas, bah, de aquí no va a nacer nada, seguro que están muertos. Pero un buen día, cuando ya casi te habías olvidado del tema, te da por mirar la caja con la tapa agujerada y ahí están. Millones de gusanitos blancos de unos 3 mm de longitud mirándote con cara de pena y pidiéndote su dosis diaria de alimento…
Aquí es donde te acordabas de los muertos de tu amigo el cabrón por la maldición que te había pasado, y comenzaba tu odisea. Lo primero era localizar una Morera, ya que los gusanos estos son un poquito mamones y sólo comen hojas de ese árbol. Que digo yo que no podían comer hojas de olivo o de lechuga que hay a montones, no, tenían que ser de Morera. ¿Alguien sabe como cojones es una Morera?
Cuando por fin tenías localizado un árbol de estos que no estuviera ya saqueado, había que subirse a coger la hojas o hacer que ellas bajaran. Yo normalmente optaba por lo segundo pero aquí cada uno tenía su técnica. La mía era darle palos hasta que se rindiera y soltara algunas hojas. Luego volvía a casa, las echaba en la caja y los gusanos se las tragaban en una pequeña fracción del tiempo que había tardado yo en conseguirlas.
Así día tras día, hasta que a los 25 días, después de 4 mudas de piel y órganos, los gusanos alcanzaban por fin los 8 cm de longitud y estaban a punto para comenzar a tejer su capullo. Después de comerse 3 millones de veces su peso, haberte echo dar más vueltas que Willy Fog y haber escuchado a tu madre 3000 veces decirte que tiraras la mierda esa de los bichos, llegaba el día D. Los gusanos dejaban de comer (cosa que no era nada normal después de haberse zampado 6 ó 7 árboles en 1 mes), se ponían gordos, de color caramelo y empezaban a soltar un líquido asqueroso por la caja.
Al otro día ya no había gusanos. En su lugar te encontrabas con unas bolas amarillentas, llenas de pelos, pegadas por todo el interior de la caja.
Dentro del capullo ocurrían cosas extrañas e incomprensibles para un niño, pero al cabo de 2 semanas, tenías la caja llena de unos bichos parecidos a mariposas que no podían volar. Algunas incluso se habían hecho muy amigas y juntaban sus culos para demostrarlo (eso era lo que yo pensaba pero resulta que lo que hacían era crear gusanitos nuevos, o sea, fornicar).
A los pocos días la caja se llenaba de bolitas de color amarillento que se iban oscureciendo poco a poco, dando lugar a un nuevo comienzo de la maldición del gusano de seda. Cada bicho ponía entre 400 y 500 huevecillos y después la palmaba. Ese solía ser un día muy triste para mí.
Ya sólo quedaba guardar la caja en algún lugar fresco y seco y esperar a la primavera siguiente para pasar la maldición a algún incauto amiguete.
Y vosotros, ¿Habéis criado alguna vez gusanos de estos? ¿Os han pasado alguna vez la maldición? O es que en mi pueblo somos muy raros.