La primera comunión
Hoy estoy enfermo. Pero no enfermo de loco, que también, estoy enfermo de verdad. Tengo el virus ese que hace que te cagues por la pata abajo cada 20 minutos y que por lo visto, según todo el mundo, ahora anda mucho por ahí. Espero poder llegar al final de esta entrada sin desmayarme ni delirar más de lo habitual.
Hoy, entre viaje y viaje al baño se me ocurrió hablar de la primera comunión. Ese trance por el que la gran mayoría de niños españoles hemos pasado y que se ha convertido ya en una tradición en nuestro país.
La primera comunión es la «celebración» católica que conmemora la primera vez que alguno de sus «fieles» recibe el sacramento de la eucaristía. O sea, que se recibe el cuerpo de cristo. O sea, que se comulga. O sea, que se come la galleta esa que sabe a manido.
Normalmente los niños hacen la primera comunión con siete u ocho años, siempre que hayan sido bautizados. Si no, eres como satanás y te pudrirás en el infierno.
Requisitos del sistema
Para recibir la primera comunión es necesario pasar antes por catequesis. Un coñazo de clases donde unas mujeres, generalmente feas y solteronas te enseñan los comandos básicos del catolicismo: el Padrenuestro, el Ave María, el Credo…
En mi caso, la catequesis era en la parroquia de mi barrio, al lado de casa. Yo cogía mi bocadillo de Nocilla y me iba a iglesia, pero nunca me dejaban entrar hasta que no me lo terminara. Se ve que es pecado comer en la casa del señor.
Luego te tienes que confesar. En nuestra comunión, nos hicieron escribirlo en un papel y dárselo al cura (en mi caso, el padre Abel) para que lo leyera más tarde. Vaya forma más rara de confesarse… Recuerdo que en mi papel escribí como pecados: Tiro piedras y molesto a mis hermanas.
También necesitas un traje blanco, de marinero o de almirante si eres niño y un vestido blanco si eres niña.
Una vez que se cumplen los requisitos llega el gran día, el día de comerse la galleta manida.
La fiesta y los regalos
No nos engañemos, los regalos y la fiesta y no necesariamente por ese orden, eran lo único que nos impulsaba a hacer la comunión.
En mi caso la fiesta me daba igual. Después de todo, en aquellos años no se llevaban los grandes banquetes de celebración. Más bien fue una comilona familiar donde probé por primera vez los caracoles en salsa.
Pero los regalos eran ya algo más serio. Te podían regalar cualquier cosa que fuera blanca y tuviera la foto de un ángel rezando.
A mi me regalaron el diario blanco con el ángel rezando, los bolígrafos blancos con el ángel rezando, el marco de fotos blanco con el ángel rezando, el álbum de fotos blanco con el ángel rezando… Y una bicicleta. Menos mal, porque vaya cabreo que me pillé al ver todas esas mierdas blancas con el puto ángel rezando.
Y vosotros ¿Que presentes recibisteis en vuestra comunión?