Cultivos escolares I: El hueso de aguacate
Hace unos días, perdiendo el tiempo por webs de dudosa reputación, pinchado en enlaces chorra casi al azar, me encontré con una frase que me hizo pensar: «Un hombre, para ser completo, ha de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.» Frase atribuida generalmente al poeta cubano José Martí, cosa que no he podido contrastar.
Me parece una mierda de frase sin sentido, todo hay que decirlo, pero pero me hizo pensar en lo del árbol. Me acordé de cuando en el colegio nos obligaban a cultivar cosas para después trasplantarlas y que murieran irremediablemente. Una de esas cosas que condenábamos a la muerte año tras año, eran huesos de aguacate.
Práctica: Cómo matar a nuestro propio hueso de aguacate
Se trata de ver cómo la vida se abre camino con «relativamente» poca ayuda. Para ello necesitamos un hueso de aguacate, 3 palillos de dientes y un vaso con agua.
Paso 1: Lava el hueso de aguacate sólo con agua. No se te ocurra echarle lejía ni disolventes de ningún tipo. Ensártalo con los tres palillos y suspéndelo con la parte gorda hacia abajo sobre el vaso de agua. Los palillos evitarán que el hueso se cuele en el vaso. El agua debe cubrir entre dos y tres centímetros del hueso. Si no te queda claro con mi detallada explicación, mira la imagen que acompaña a la entrada.
Un consejo: Calcula primero cuánto tiene que hundirse el hueso para ver donde clavar los palillos. De lo contrario tendréis un hueso con mas agujeros que la cara de Jordi González un colador.
Paso 2: Colócalo en un lugar fresco, lejos de la luz directa del sol. En un periodo que varia entre las 2 semanas y nunca, el hueso se irá rajando y le saldrán raíces por debajo y un tallo por arriba. Si sucede al revés, es que tu casa está invertida, dale la vuelta a la casa.
Paso 3: Cuando las raíces se pongan gordas y el tallo tenga hojas, es la hora de hacer el trasplante. Plántalo en abono con las raíces hacia abajo y el tallo hacia arriba, dejando la mitad del hueso al aire.
Sólo te queda esperar a que muera, cumpliéndose así el ciclo de la vida.
Aviso: Si vais a hacer la práctica con niños, plantad el hueso en un lugar lo suficientemente alejado para que sea imposible que vean la muerte del tierno arbolito. De lo contrario se convertirán en adultos como yo, y se que preferís que os metan una piña de dos kilos ardiendo por el culo, antes de que eso pase.