Las bolas (canicas)

Hubo un tiempo donde los niños podíamos bajar a jugar en la calle sin que nos tocara un pederasta, nos atracaran o nos amenazaran con una jeringuilla usada. Normalmente se jugaba a lo que estuviera de moda en esos días. Estampas de fútbol, trompos, dardos, chapas o canicas. Eran modas cíclicas, que aparecían de la nada y se iban tal y como habían venido. Un día aparecían 3 tíos en la calle con canicas y ala, todo dios a jugar a las canicas. No se te ocurría aparecer con estampas de fútbol en época de canicas porque la paliza era segura. Era la ley de la calle y eran otros tiempos.
De esas modas ya hablaré en otra entrada, que ese tema da para mucho. En esta me voy a centrar en las Canicas. Esas esferas, normalmente de cristal o metal con las que se podían hacer infinidad de juegos.
Había canicas de varios tipos:
Las de cristal normales. Eran más baratas y de las que normalmente tenías más. No te importaba perderlas.
Las de cristal opacas. En el kiosco eran conocidas como «chinas» y te clavaban el doble porque al kiosquero le salía de los cojones. Estas valían 2 de las normales.
La de metal. Esta salía de algún rodamiento reventado y era normalmente la más gorda que tenías. Era tu canica estrella. Era para ti como la bola de bolos de Homero Simpson y no la cambiabas por nada del mundo.
El hábitat natural de las canicas era el bote de Cola-Cao. Todo el mundo tenía sus preciadas esferas en un bote de estos y al que se le ocurriera traerlas en otro recipiente, paliza al canto.
Había muchos juegos posibles, con nombres de lo más extraños, que cambiaban dependiendo del barrio donde estuvieras. Mi preferido era el Cosqui-cuarta que consistía en golpear con tu maléfica bola gorda de acero la bola de tu enemigo (cosqui) y dejarla a menos de una cuarta de distancia de ésta (cuarta). Por cada cosqui ganabas una canica, y por cada Cosqui-cuarta ganabas 2.
Otro juego entretenido era el Triángulo, que consistía en dibujar un triángulo en la arena y llenarlo de canicas. Cada participante aportaba al triángulo la misma cantidad de canicas y había que intentar sacar de allí el mayor número de ellas en cada disparo. Cada canica que liberaras de su encierro era tuya.
Por último y no menos importante, había un término maldito que designaba el hecho de perder hasta la última canica. En mi barrio el término era quedarse arrupi o arrupinao (del latín arrupi=quedarse sin canicas y nao=ahora) Era la mayor de las vergüenzas y te obligaba a estar sin salir a la calle una semana, hasta que se pasara la fiebre y la gente olvidara que eras un perdedor.
Quedarte en casa, QUE-DAR-TE EN CA-SA! Eso era lo peor que te podía pasar, incluso había un cruel castigo que consistía en eso, en dejarte encerrado, con un sólo canal de televisión y sin pley… Igualito que ahora!