Juegos callejeros legendarios
Hubo un tiempo, no demasiado lejano, en el que los niños podíamos jugar en la calle sin miedo a que nos atropellara un coche, a que nos rondara un pederasta o a pincharnos con una jeringuilla.
Era una época en la que estar en la calle con tus amigos era tu forma de vida y lo peor que podía pasarte, es que te castigaran sin ese privilegio por alguna travesura sin importancia.
Muchas de esas horas volaban con juegos como el trompo, Los cromos de fútbol, las canicas, el yoyó, o una bolsa con un Click de Famobil amarrado a modo de paracaidista de plástico.
Pero había otras veces en las que no había nada a mano para jugar y era entonces cuando echábamos mano de un arsenal de juegos, la mayoría bastante absurdos, en los que para jugar no hacía falta nada de nada, excepto imaginación y ganas de quemar azúcar.