El paracaidista de plástico

Todavía me duele el brazo cuando me acuerdo del mítico paracaidista de plástico. Fue un juguete de mucho éxito en los 80 debido a su bajo precio. Por 10 duros te podías comprar uno en el quiosco de la esquina y asegurarte una tarde de diversión con los zagales.
Era un juguete de lo más simple: Un soldadito con menos detalles detalles que el coche de un Madelman, hilos diseñados para enredarse y un paracaídas de plástico más bien malo. Venían en una bolsita junto con el papel de las instrucciones, por si a alguno no le daba el celebro para comprender su funcionamiento. Además traía algunos consejos de uso, como por ejemplo tener cuidado en los días de viento, no tragarse el muñeco o no lanzarlo fuerte contra la cara a nadie, hacerlo suavemente.
Había un momento crucial en la vida del paracaidista de plástico: El día en que le tocaba volar desde un balcón. Ese día no tardaba en llegar debido a 2 factores, que era muy barato y te daba igual perderlo (ya verás como no tirabas por el balcón tu Master System) y que al tercer día estabas hasta los cojones de lanzar el puto muñequito para que volara unos escasos 4 ó 5 metros. Cuando llegaba ese día, o el juguete moría como un héroe, o vivía para siempre en la rama de algún árbol o balcón deshabitado.
Os dejo un vídeo del último descenso de uno de estos héroes monocromos: