Las zapatillas J’hayber
Ya os hablé por aquí hace tiempo del chandal yonki, una prenda esencial de la moda de los 80. Hoy os traigo el complemento ideal para aquella aberración: Las zapatillas J’hayber.
En medio de un panorama desolador lleno de pies calzados con Rebooks, Adidas (Asociacion de inutiles dispuestos a suspender), Lecoqsportif, Nikes, Converses, y demás zapatillas pijas de precio demencial, apareció una empresa de extraño nombre con un producto no demasiado atroz, duradero y sobre todo barato.
La empresa no era otra que J’hayber y su nuevo modelo se llamaba «Olimpo«.
Claves del éxito
Un producto no demasiado repulsivo. A decir verdad, las J’hayber Olimpo tampoco es que fueran demasiado bonitas, pero había cosas peores. Por ejemplo llevar unas Paredes1, Tórtola, Victoria, o peor aún, falsificaciones como Reedook, Adibas o Mike.
Un producto duradero. Todo lo que las Olimpo no tenían de bonitas, lo tenían de duras. Sesiones interminables de fútbol en la plaza, escalada de grúas de construcción, descensos suicidas en Sancheski, persecuciones callejeras, accidentes con Motoretta… Todo eso y mucho más eran capaces de aguantar sin que se rompiera ni una sola de sus costuras. Duraban tanto, que tu madre las tiraba por el hedor a putrefacción que desprendían, no por que estuvieran rotas.
Un producto barato. En comparación con lo que costaban cualquier modelo de zapatillas de marcas pijas, las J’hayber eran un regalo. Por el precio de unas Air Jordan I te comprabas tres Olimpos, para poder estrenar unas nuevas cada trimestre de colegio.
Evidentemente el recorte en el precio incidió muy negativamente en la calidad de su diseño, pero no en la calidad de sus materiales. De ahí que fueran casi indestructibles, pero que parecieran diseñadas por un mono ciego y puesto de opio.
- ¿A quién se le ocurrió la genial idea de ponerle «Paredes» a una marca de calzado deportivo? [↩]