Los exámenes de septiembre
Hola muchachada, ya estamos de vuelta una temporada más para escribir sobre las cosicas del pasado, de la peor manera imaginable por el ser humano. Espero que me hayáis echado de menos tan poco, como yo a vosotros.
Dejemos ya de chuparnos las pollas y vayamos al grano. ¿Que es lo primero que se me viene a la cabeza cuando oigo eso de «septiembre»? Pues está claro: Los jodidos exámenes de septiembre.
Los exámenes de septiembre eran un mal que afectaba sólo a los elegidos. Unos pocos héroes que, aun recibiendo amenazas tipo «Como te quede alguna no vas a la playa en todo el verano» o «Como suspendas te vas a pasar todo el verano en la academia del Ranea1», tenían el valor de desafiar al sistema educativo.
Yo fui uno de aquellos héroes. No porque fuera torpe, que también. Sino porque era demasiado vago para estudiar.
Perfil del chaval que iba a septiembre
Había rasgos comunes en la personalidad de todos los desgraciados que se examinaban en septiembre:
- Casi siempre eran chicos. Si eras chico, estabas condenado desde tu nacimiento. No se el motivo, pero había pocas chicas en mis exámenes de septiembre.
- Pocas veces los verías con un libro en las manos. Eso si, ingenio para hacer toda clase de armamento con cosas aparentemente inofensivas no les faltaba.
- Su asignatura preferida era el recreo o educación física (la única que aprobaban).
- Siempre llegaban tarde a las clases de tarde porque se quedaban viendo Bola de dragón.
- Eran de estudiar la tarde antes. En mi caso 10 minutos antes y a veces ni eso.
- Probablemente ahora todos estén muertos o en la cárcel.
Mensaje para los que os tenéis que examinar de algo este mes. No os preocupéis, no sois despojos humanos. Se puede ser feliz y reinsertarse en la sociedad después de haber pasado por los exámenes de septiembre. Si no os lo creéis miradme a mi, que ya casi no me drogo y el mes que viene salgo del talego.
- Academia temible, regentada por un temible maestro llamado «el Ranea» [↩]