Plantillas del mapa de España
Hubo un tiempo remoto en el que no existían ordenadores personales, impresoras o Internet. Por aquellos entonces, una tarea tan sencilla como tener un mapa de España en un papel para poder escribir encima, por ejemplo, los nombres de los ríos, se podía convertir en misión imposible sin las herramientas adecuadas.
Si estabas en la calle lo tenías fácil, te ibas a la biblioteca, cogías un atlas, le arrancabas la página donde saliera el mapa, te lo llevabas y luego lo calcabas tranquilamente en casa con ayuda de un papel de calco.
Si te pillaba en el colegio, no tenías otra opción que usar las plantillas de plástico de los mapas de España.
Estos mapas no podían faltar en la mochila de ningún niño de los 80. Normalmente eran tres plantillas en las que se reproducían los principales ríos, sistemas montañosos y regiones españolas. Si, regiones españolas, nada de comunidades autónomas ni mierdas modernas de esas. Salían Castilla la nueva, Castilla la vieja, Aragón, Valencia, Andalucía, León… Vamos, como en la edad media.
Estaban troqueladas en plástico duro. Supuestamente nos ayudaban a memorizar el mapa político y geográfico de país y permitían calcar su silueta con facilidad. Yo no las debí usar bien porque no aprendí nada con ellas.
Tal vez fuera porque solía darles algunos usos especiales, para las que no fueron diseñadas…